Tu recompensa (Akasha)

El tiempo no pasa, ¿por qué va tan lento el reloj? Odio los sábados, sobretodo cuando tengo que esperar para poder verle, no como entre semana -que lo veo durante las horas de clase-. Suspiro mientras me meto en la ducha y elimino el cloro de mi cuerpo, pasé prácticamente todo el día en la piscina y -aunque no quiera admitirlo- fue un alivio haber encontrado a alguien para no poder pensar constantemente en él y en los minutos que faltan para verle. El agua recorrió mi cuerpo obligándome a encogerme, estaba fría.. mucho más fría que el agua del mar o las manos de Tsuki sobre mi piel desnuda. Media hora después salí de la ducha enrollada en una toalla y con el pelo empapado derramando gotas de agua por el suelo, me dirigí a la habitación. El sol ya se había ido para cuando había elegido que ropa ponerme.


Tras probar distintos pantalones, faldas, blusas e incluso vestidos me decidí por una camisa que algún día había pertenecido a mi madre, una camisa muy colorida y amplia, combinada con unos vaqueros cortos y unas botas altas -rozaban mis rodillas-. Mi pelo fue recogido en una trenza que caía por mi hombro derecho. Un vestuario algo extraño en mi, pero así Tsuki no estaría todo el rato pendiente de los rebeldes mechones de pelo que tapaban a menudo mis ojos. Volví a mirar el reloj. 12:30 Sonreí y salí caminando despacio, intentando que se hiciera la hora antes de llegar al cementerio, a la capilla... a su lado...

La una había llegado, y junto a ella mi llegada al cementerio, al fin volvía a verlo.. Su sonrisa tímida pero sincera, su aspecto tan diferente... Mordí mi labio inferior mientras él me hablaba.

- Buenas noches... ¿audición? - Ladeé la cabeza confusa y un leve rubor apareció en mi rostro tras haber visto el violín que trató de esconder durante unos segundos.

Sonreí aún mas ante la confusión de Akasha. Pasase lo que pasase ella siempre me pareciera una niña pequeña, realmente así era.
Abrí cuidadosamente la funda de mi violín, sacándolo de él, acompañado del arco. Por fin había llegado el momento esperado, el momento por el que tanto me había preocupado. Ahora que había llegado ya no me parecía tan diferente a otros momentos. Tan solo tenía que tocar una pieza, sin mas.
Hice un gesto a Akasha para que se sentase a mi lado.

- Tenía que daros algo que solo yo pudiera hacer... - Dije mientras me colocaba el violín en el sitio idóneo. Eché una rápida mirada hacia la chica y comencé a tocar.

Spoiler:

Aún no estaba muy seguro si esta sería la melodía correcta para ella, o si le gustaría. Aún había dudas rondando por mi cabeza. De vez en cuando le dedicaba pequeñas miradas a la joven, como si quisiera decirle algo. Si ella comprendiese el tiempo que había gastado para aquel momento exacto...
La melodía no fue muy larga y pronto se desvaneció, dejando paso a un pesado y mortal silencio. Aquel momento me parecía muy extraño. No recordaba haber tocado de aquella forma nunca para una mujer y me sentía diferente, realizado. Aquel silencio me mataba. Miré a los ojos a Akasha, aquellos ojos tan hermosos. No sabría explicar como me sentí en aquel momento, era como si quisiera abrazarla, pero a la vez sabía que eso no era suficiente, no sabía si eso era amor, no hacía falta ponerle nombre, simplemente sabía que estaba allí y con eso bastaba. También era consciente de que, posiblemente, ella nunca aceptaría algo así.

- Bueno... ¿Que os parece?

Mi rostro pareció ruborizarse cuando Tsuki desveló cual era mi "recompensa", algo que tan sólo él pudiera darme... Una linda melodía empezó a sonar logrando que mi mente se quedara completamente en blanco, casi incapaz de mantener mi mirada fija en él. Me apoyé en la pared mientras jugaba con mi pelo y contemplaba su gran agilidad al tocar, en secreto admiré cada nota que hacía sonar con aquel violín. Nunca fui buena con estas cosas, pero podría apostar a que aquel violín era un Stradivarius, pues en alguna ocasión había oído hablar sobre ellos, por un momento me avergoncé de la poca información que tenía.

Finalmente la melodía cesó y el aire se llevó las últimas notas, dejando que el silencio nos invadiera durante unos minutos, largos minutos en los que mis dedos dejaron de enredarse con mi pelo y mi mirada había quedado fija en el suelo. Su voz fue la que rompió en el silencio, buscando una opinión. Alcé la mirada con timidez, buscando sus ojos. - Es.. preciosa... - Sonreí levemente mientras me alejaba de la pared para acercarme a él. Cuando estuve lo bastante cerca besé con timidez su mejilla. - Gracias..

aquel extraño y pesado silencio que nos sobrevivio al finalizar la melodía no duró mucho, pero mi reloj interior pasaba demasiado lento.
Finalmente Akasha agradeció mi regalo y me dedicó un bonito beso en la mejilla. Me erá imposible saber si aquello le había gustado realmente o hubiera preferido algún regalo material. Realice una sonrisa mientras la miraba y le idiqué con gesto que se sentara a mi lado.

- Podría enseñaros a manejar el violín - Dije mas bien bromeando, pues no creía que ella perdiera su tiemponen algo tan insignificante como aprender a tocar el violin. Rei antela simple idea.

Deje caer mis brazos, adoptanto una postura mas comoda y relajada mientras aún poseía entre mis manos el arco y el violin.

Miré al cielo intentando escapar del silencio. Una hermosa Luna brillaba en este, iluminando mis rasgos.
Recordé las historias que mee contaba mi madre cuando era niño: La luna está ahí para que los mortales no se pierdan en la oscuridad, pero, a veces, la Luna se oculta para que estos anden a tientas, como una madre que suelta a su hijo para que aprenda a caminar.

Volví la vista hacia Akasha, recordando donde estaba, regresando a la realidad. Volví a sonreir, pero está vez fue una sonrisa algo triste.

Algunos mechones de pelo luchaban por ser liberados, otros habían logrado deshacerse de la opresión que ejercía el coletero negro sobre ellos y se dejaban arrastrar por el viento de forma desordenada, el desorden ya se había convertido en una parte importante de mi. Lo miré con una sonrisa tímida mientras me dirigía a su lado, para sentarme abrazando mis rodillas y apoyando mi cabeza en su hombro casi de forma inconsciente. Su voz sonó rompiendo el silencio y haciendo una proposición algo extraña, nunca había pensando en aprender a tocar un instrumento. - ¿Tienes la suficiente paciencia para enseñarme a sujetarlo? Soy.. muy torpe.. Comenté con una sonrisa en mi rostro, era rara la idea de tener a Tsuki como profesor, aunque eso nos permitiría pasar más tiempo juntos y eso no era algo que me disgustara, todo lo contrario -aunque nunca lo admitiría-.

El silencio nos inundó otra vez, yo seguía apoyada en su hombro, está vez con los ojos cerrados, por lo que desconocía su situación. Tsuki se movió volviéndose hacia mi, por lo que me alejé un poco de él levemente ruborizada y abriendo los ojos rápidamente, su sonrisa no era alegre como la de antes, era casi una sonrisa caída, una sonrisa triste. No pregunté nada, sólo me limité a abrazarlo, intentando transmitirle con este abrazo todo lo que sentía.. todo aquello que con palabras me era imposible decir. En aquel abrazo estaba ese "te quiero" que jamás terminé de pronunciar, estaba oculta mi preocupación, mis ganas de permanecer a su lado por siempre... Todas aquellas sonrisas que él había provocado y ahora yacían en alguna parte de mis recuerdos intentando que fuese él quien sonriera gracias a mi.