Bajo la luz de la Luna ( Ian L. )

La noche cayó en el internado, pero yo aún no lograba pegar ojo. Estuve pensando en todo lo que había ocurrido desde que llegué a ese centro, eso me hizo despejarme aún más. Me levanté y me vestí con una camiseta negra con la bandera de Inglaterra sin manga alguna, unos pantalones rojos a cuadros y con unos botines militares que encajaban en mi conjunto a la perfección. Me coloqué mi chupa de cuero ajustada y me dirigí al bosque.

Bagaba solitaria entre las copas de los árboles, mi única compañía era la Luna que brillaba con orgullo. Abrí la boca y mis cuerdas vocales me ayudaron a comenzar a tararear una canción que conocía desde hacía ya mucho tiempo. Pero en poco tiempo, sin que me diese cuenta, la letra de la canción salió de mí sin previo aviso. Cerré los ojos y disfruté del momento.

No sé cuánto tiempo me había pasado cantando por aquellos bosques, pero algo me hizo parar me dí media vuelta, hay había algo, a lo mejor era un simple animal, pero quería asegurarme que era lo que estaba escondido a mis espaldas.
Me quedé quieta como una estatua durante unos escasos segundos antes de disponerme a buscar el por qué de esos ruidos que me habían interrumpido en medio cántico bajo la brillante luna que esa noche relucía.
Me aproximé con mucho sigilo a donde había escuchado los ruidos y me asomé para observar lo que allí se encontraba, mis pasos eran firmes y seguros, pero silenciosos como el mismísimo aire.
Asomé la cabeza y realicé una media sonrisa al descubrir a un joven de aspecto atractivo escondido.
-Creo que no tengo el placer de conocerte.-
Arqueé la ceja y seguidamente me aparté el pelo de la cara con la mano derecha hacia atrás para que no me molestara.

Confesó que mucha gente no le conocía y se presentó sin mucho ánimo.
Me senté a su lado para estar a su altura y me recogí una parte de mi cabello en la oreja derecha y me lo coloqué hacia el lado contrario.
-Alice Momsen, encantada.-

Cogí un cigarrillo, me lo coloqué en la boca y lo prendí con un mechero que siempre llevaba en la cazadora, dí una calada y dejé salir el humo por mi boca en dirección al cielo. Volví a colocarme el cigarro en la boca y guardé el mechero en el mismo bolsillo de nuevo.
Apoyé mi espalda en el tronco del árbol que había elegido Ian para esconderse de mí. Sonreí por lo que me gustaba que la gente me temiese, pero no era el caso.

Una canción se me vino a la mente, cerré los ojos y me dejé llevar por la letra.
Seguramente que Ian en esos momentos estaba pensando en que estaba realmente loca, pero no me dio por preguntar algo tan absurdo.

Mi canto cesó, dí otra calada al cigarrillo, Ian parecía estar algo preocupado al respecto de que le descubriesen, sin embargo no parecía atemorizado ni nada por el estilo, la verdad es que me habría gustado verle asustarlo, me habría resultado bastante divertido.

De pronto, el chico que me acompañaba pareció alertarse y me reí descaradamente, pero yo también agudicé mis oídos al escuchar ruidos, apagué mi cigarro en la tierra y me lo guardé en el bolsillo trasero del pantalón. Me asomé por detrás del tronco en el que nos encontrábamos apoyados, pero no logré ver nada en especial, volví a estar tranquila.

Cogí mi pelo con las dos manos y me dispuse a hacerme una trenza a un lado, tenía que hacer algo, pero tampoco me iba a arriesgar a que hubiese alguien por ahí y nos viese.

Sacó una especie de brújula, me pregunté para que narices quería en aquellos momentos una brújula, no nos habíamos perdido ni nada por el estilo, seguidamente hizo una pregunta, fui a contestarle, pero hizo algo que no me esperaba para nada. Por fin contesté claramente.
-Sí.-

No sabía muy bien la razón de su pregunta, así pues, decidí preguntar.
-¿ Por qué ?-
Le miré, estaba muy concentrado en su brújula.
Metí la mano en el bolsillo de mi cazadora y comencé a rebuscar, estaba mirando a ver si tenía algún caramelo o algo por el estilo, no me gustaba fumar demasiado, y ese día ya había consumido demasiados cigarrillos. Lo encontré, un caramelo de mora, le quité el envoltorio y me lo metí en la boca para saciar mis ganas de fumar.

Me sonrojé un poco, normalmente la gente no me decía cosas así ya que me llevaba mal con casi todo el mundo.
-Gracias.- Le dediqué una pequeña sonrisa.

Observé con detenimiento su actividad, seguía sin tener ni idea de lo que estaba haciendo, pero si esperaba seguro que lo descubría, me limité a mirar su actividad. Era algo raro, pero no me apetecía preguntar.

Saboreé el caramelo, se estaba derritiendo en mi boca y eso no me gustaba por la sencilla razón de que tenía que coger otro y ya no me quedaban de mora, que eran mis preferidos.

Miré el cielo estrellado, estaba real mente precioso, me gustaba observar las noches estrelladas. De pequeña cuando me aburría me dedicaba a contar las estrellas, pero siempre acababa perdiendo la cuenta o simplemente no sabiendo si había estrellas que las había contado y las contaba sin querer tres o cuatro veces.